Durante el primer debate presidencial organizado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) en Bolivia, el candidato de Alianza Popular y presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, lanzó un comentario que acaparó la atención: “Eduardo, con lo guapo e inteligente que eres, creo que estás muy extraviado políticamente hablando”. El funcionario explayó que Del Castillo “no está en el lugar adecuado” y agregó que “los adversarios políticos son otros… el pasado quiere volver a la Presidencia”.
El disparador fue una pregunta directa de Eduardo Del Castillo, candidato por el MAS, sobre las propuestas de Rodríguez para enfrentar la violencia contra las mujeres bajo la Ley 348. La respuesta del presidente del Senado fue percibida como una evasión, provocando que Del Castillo insista: acusó a Rodríguez de manifestarse públicamente en contra de esa norma y de tratarla como una ley “antihombres” durante su gestión.
El enfrentamiento entre ambos no se limitó al escenario del debate. En los días siguientes, Del Castillo también criticó declaraciones recientes de Rodríguez: rechazó su caracterización de Luis Fernando Camacho como “preso político” y afirmó que esas posturas evidencian quién representa realmente al pueblo, contrastando con lo que consideró defensas a figuras implicadas en la crisis de 2019. Por su parte, Rodríguez insistió en un llamado a la unidad de toda la izquierda, lamentando las divisiones internas que podrían beneficiar a la derecha.
Este fue el primer debate presidencial en más de dos décadas, y la discusión giró en torno a democracia, justicia, derechos humanos y medio ambiente. Los candidatos de derecha aprovecharon el formato para centrar sus ataques en Rodríguez, responsabilizándolo por los “fracasos” del MAS, la crisis económica y la orden no ejecutada de arresto contra Evo Morales. A tan solo dos semanas de las elecciones del 17 de agosto, su popularidad cayó del tercero al cuarto lugar según encuestas recientes. En ese escenario, la intervención de Del Castillo se vio como un intento de equilibrar la narrativa oficialista.
Lo que empezó como un comentario llamativo en medio del debate terminó revelando tensiones profundas entre dos rostros de la izquierda boliviana. El “piropo” de Andrónico desató un cruce político que refleja no solo rivalidades personales, sino también las fracturas internas del MAS y las estrategias electorales de una campaña convulsionada.