Crónica: Ana Mena nos da el ‘Bellodrama’ más feliz del mundo en el concierto que ella y todo el Wizink Center soñaba

Escrito por el 11 septiembre 2023

Los finales felices existen, y los sueños se cumplen. Solo que en el caso de Ana Mena nunca se puede hablar de un final, solo de principios; y sus sueños se han cumplido a base de trabajo constante. Por fin podemos escribir esto: Ana Mena dio su primer concierto en el WiZink Center a reventar en una noche increíble. Suena igual de bien que se siente escribirlo.

Ha triunfado por distintos puntos de España con su Bellodrama Tour, pero su anuncio del WiZink Center era toda una declaración de principios. Seamos justos, no es un terreno desconocido para Ana; pero sí que era la primera vez vez que volaba sola por un recinto de tal magnitud. Y lo ha conseguido —además literalmente, dependiendo de qué punto del concierto hablemos—, pero no adelantemos acontecimientos.

La noche del 9 de septiembre llevaba marcada en el calendario por muchos fans no solo por ser la gran noche de Ana, sino de la gran noche de todos. Su triunfo, después de verla cosechar éxitos poco a poco, y a ojos de todos, siempre merece una celebración colectiva. Por eso la gran mayoría de los asistentes hicieron caso a la artista y siguieron el código de vestimenta que dictó en sus redes sociales, glitter.

Los finales felices existen, y los sueños se cumplen. Solo que en el caso de Ana Mena nunca se puede hablar de un final, solo de principios; y sus sueños se han cumplido a base de trabajo constante. Por fin podemos escribir esto: Ana Mena dio su primer concierto en el WiZink Center a reventar en una noche increíble. Suena igual de bien que se siente escribirlo.

Ha triunfado por distintos puntos de España con su Bellodrama Tour, pero su anuncio del WiZink Center era toda una declaración de principios. Seamos justos, no es un terreno desconocido para Ana; pero sí que era la primera vez vez que volaba sola por un recinto de tal magnitud. Y lo ha conseguido —además literalmente, dependiendo de qué punto del concierto hablemos—, pero no adelantemos acontecimientos.

La noche del 9 de septiembre llevaba marcada en el calendario por muchos fans no solo por ser la gran noche de Ana, sino de la gran noche de todos. Su triunfo, después de verla cosechar éxitos poco a poco, y a ojos de todos, siempre merece una celebración colectiva. Por eso la gran mayoría de los asistentes hicieron caso a la artista y siguieron el código de vestimenta que dictó en sus redes sociales, glitter.

Y una vez dentro del recinto —los más más puntuales llevaban horas dentro— una cuenta atrás gigante captó las miradas de todos para indicar que iba a empezar. Al llegar a cero, al desfile de bailarines y una A gigante en la pantalla principal le siguió su gran aparición: La diva, la artista, la cantante, la cantante malagueña más italiana de toda España era ella sola, bajando a la Tierra con él único alarde de humanidad con la sentimental, Me he pillao x ti.

Ana baila sola, pero bien acompañada

Un beso de improviso fue la segunda canción que cantó, que rápidamente ubicó a los presentes la capacidad internacional de la anfitriona a la hora de sacar hits. Las miradas iban a ella, pero hubo un momento de distracción cuando Rocco Hunt, uno de sus mejores colaboradores, vino de Italia solo para acompañarla en esa noche.

Sin descanso, pero con aliento de sobra, empezó a sonar Solo haciendo creer al público con una voz pregrabada que Omar Montes no aparecería; aunque terminó apareciendo ante la perplejidad de los presentes. Sin desmerecer al dePan Bendito, y aún con toda su presencia mediática, Ana Mena era la protagonista absoluta. Ni el glitter tuvo mérito en el hecho de estar brillando por sí misma: era la estrella y todo el estadio lo tenía muy claro.

Si alguna vez ha trabajado en eso de ser icónica, está claro que se le ha quedado entre sus cualidades mejor explotadas. Después de cantar Bebé todas las miradas fueron hacia esa manera de beber en un vaso a juego con su outfit, que parecía un número de espectáculo más del show. Y tras eso, por fin se dirigió a su público: “No puedo creer que vaya a decir ahora mismo: Pero, ¡buenas noches Madrid, WiZink center!”.

«Tú sabes lo que es visualizar algo durante mucho tiempo, tenerlo presente, he visualizado en cada escenario pequeñísimo, más o menos grande, esta noche. Aquí con vosotros. No me puedo creer que por fin estemos aquí. Para mí es muy, muy, muy, muy fuerte. He soñado con esta noche toca mi vida. Sabía que esta noche iba a ser mágica. Estoy segura de que lo va a ser» decía, dejando claro que pese a todo no quería empezar a llorar «tan pronto».

De nuevo, decir que Mena no se conoce el WiZink tanto como su Estepona natal sería mentir. Ha bailado, cantado, ¡llorado! en el estadio madrileño tantas veces como ha sido una de las protagonistas de festivales, entregas de premios y eventos; pero nunca sido la anfitriona. Ahora, un trabajo de fondo —al que se podría considerar maratón— ya no solo en Tour, sino de años de demostrarle a todo un país y parte de otro quién es Ana Mena le ha valido para hacerlo su sueño se hizo realidad. O, mejor dicho, de hacerlo ella realidad.

La explosión de la diva doliente.

Pero como dijo, no quería llorar tan pronto, y seguramente tampoco que sus fans más fieles siguieran su ejemplo y bajaran los ánimos de la noche. Así que, tras pedir que se animaran a bailar bachata, se arrancó con Un millón de lunas y con Ya es hora, la que fue una de sus canciones más internacionales gracias a la participación de Becky G, aunque sin ella —y sin De La Ghetto— vuelve a dar igual: la gente solo quería cantar y bailar, y quería ver como Ana lo hacía en primera persona.

Y como Bellodrama es «Todo lo que tenia dentro, todas las historias que he vivido, todas las que me había inventado, todas las de mis amigas, todas las de mis amigos, todos mis crushes, todos mis capullos galácticos» se apoderó de ella un nuevo álter ego: el de diva doliente. Y con un abrigo de pelo y dispuesta solo ante un único foco, cantó Lentamente graduándose con nota de ese noble arte que es la divez, de la que ya hacía tiempo que estaba matriculada. Y si no, solo hay que ver que en todas las fotos en las que nuestra compañera Andrea Romero la ha retratado le sale la elegancia de manera natural.

La diva que llevaba dentro no se fue, porque aún tenía que sacar lo mejor de ella con ese RnB tan sensual que es Ben & Jerry’s, con Bebé… Y ahí aparece él, el que no podia faltar. Abraham Mateo entra a escena en medio del escenario, cruzando la pasarela hacia ella y solo eclipsado por el entusiasmo del público. Claro que cantan Quiero decirte, pero pese a todo el hit atemporal que es y esos pasos que arrancaron a miles de asistentes, todo se resume en la manera en la que ambos amigos se despiden en el escenario. Complicidad, amistad y años de trabajo paralelos.

Obsesionados con Ana.

No sabemos si fue en un alarde de dejar respirar al público, pero Mena decidió ir la inédita Madrid City… sin demasiado éxito. La cantó a principios de agosto, y aún no está en ninguna plataforma, pero ya había voces nada tímidas que siguieron la letra. Tras ello, homenajeó en acústico a la Obsesión de Aventura y, para suerte de todos los presentes, su versión de La Oreja de Van Gogh de Puedes contar conmigo.

Y con vestido y gafas de sol, y como ya hizo en nuestros LOS40 Music Awards de 2022, se convierte en una Cenicienta que se ve de rave con Las 12. Se iluminaba, Melodía Criminal… Y avisa de que todo está acabando, y que quiere que terminar la noche arriba; tan sutil como Noemí Arguelles, de Paquita Salas: «Digo pocas cosas, pero yo creo que se me entiende».

Alaba el himno que ya es Música Ligera, y cantándole a esa vecina en la cola del paro o al mileurista, se despide de su gran noche. El confetti empieza a volar, pero esta vez no le sale bien la jugada: su mismísima madre se adelanta a su discurso de agradecimiento al equipo y le deja claro que ella ha sido la protagonista absoluta entregándole un ramo de flores. Otro modo de revalidar su estatus dentro de la Santísima Trinidad el Pop, un título que le otorgó Adriano Moreno y que después de este WiZink nadie le puede arrebatar.

Ella se disculpa porque no sabe «si es la manera más correcta de terminar los conciertos», pero a la gente le da igual. Era el éxito de todos, porque la prueba de que trabajar duro da sus frutos acaba de despedir un primer WiZink Center con sold out que huele más a «hasta pronto» que a «hasta siempre».

Fuente: LOS 40

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