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today7 de septiembre de 2023
Nadie podría imaginar en el verano de 2013 que un simple twerking desataría uno de los mayores fenómenos pop de la última década, pero ahí estaba Miley Cyrus en los VMAs para hacerlo. La artista ya había llamado la atención del mundo entero rompiendo definitivamente con Hannah Montana, y eso que solo era el principio. Un mes después publicaría Bangerz, un disco que revolucionaría el panorama musical para los siguientes meses.
Y es que, más allá de su sonido, colaboraciones y sinvergonzonería, Miley anunció un tour que le llevó a cantar sobre el escenario de más de 70 ciudades; su gira más grande hasta la fecha. Y con los videoclips de We Can’t Stop y sus peculiares apariciones públicas desde que empezó a promocionar el álbum, estaba claro que sus conciertos tenían que estar a la altura de las circunstancias.
De este modo, cualquier asistente de alguna de las fechas —en España pasó por Madrid y Barcelona— recordará ese inicio del show con ella deslizándose por una lengua que salía de su cara gigante, el despliegue de billetes con su cara también impresa o el colofón final de ella surcando las alturas subida a un perrito caliente gigante. En definitiva, una sarta de locuras que ahora la propia Miley ha desvelado que no eran precisamente rentables. Al menos, así lo ha contado en una de las entrevistas por el lanzamiento de su último single, Used To Be Young:
«La gira Bangerz fue una inversión en mí misma», comienza explicando la hija de Billy Ray Cyrus, que sabía a la perfección que bailar con marionetas o saltar sobre camas gigantes era tan extravagante que poca gente podía apostar por ello. Y si bien es cierto que en todas y cada una de las actuaciones se puede ver un nivel máximo de detalle con el imaginario Bangerz, también lo es que la artista parecía pasárselo en grande en todas y cada una de las canciones que cantaba.
Eso fue lo que hizo que le importara poco lo que estaba ganando, que en el mismo vídeo desvela que era absolutamente nada. «No gané ni un céntimo en esta gira porque quería que fuera excelente», sigue contando, algo que tuvo que justificarle a mucha gente que no entendía como hizo casi una centena de conciertos sin ganar dinero. «Respondí que no había nadie en quien prefiriera invertir más que en mí misma. Así que pagué por todo para que fuera exactamente lo que yo pensaba y los fans merecían».
Su confesión sobre una vida dedicada a las cámaras.
Dentro de todo lo que incluyó en la gira, la de Tennessee también explica el porqué de uno de los elementos más llamativos de todo el show, el perrito caliente gigante. Cyrus lo utilizaba como broche final —al menos, antes de dos de sus temas más populares en el momento, We Can’t Stop y Party in the USA— para sobrevolar el recinto, aunque tenía un trasfondo de lo más profundo detrás de ello.
Según dice, se reunió con Diane Martel, directora de algunos de sus videoclips, y le contó que quería terminar cada show con una referencia a El Show de Truman, la película de 1998: «Salía volando en un perrito caliente gigante y me fui a través de las nubes, tal y como lo hace Jim Carrey en la película», cuenta, «porque siento que El Show de Truman es un reflejo de mi vida, realmente».
Aunque no parece darle demasiada importancia, Cyrus podría hacer referencia a su vida dedicada al mundo del espectáculo desde que era pequeña. Su primera aparición en la gran pantalla fue en 2003, con tan solo 8 años de edad, en la película de Tim Burton, Big Fish; y unos años después, poniéndole cara al icono de Disney Channel Hannah Montana.
Fuente: LOS 40
Escrito por DiseadorWeb
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